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La Educación Superior en Europa está sometida a profundos cambios desde que se puso en marcha el llamado “proceso de Bolonia” (1999).
Este proceso, tiene como finalidad “que todos los europeos tengamos una percepción homologable de nuestros sistemas de enseñanza superior, de tal forma que tanto alumnos como profesores puedan interpretar lo que sucede en otro país y puedan, completar estudios en el extranjero”. (Salabuno Pello, p. 100-101, Academia Europea de Ciencias y Artes, 2007).
Este cambio, no solo transforma la manera de entender el curriculum sino también afecta considerablemente a la economía y la forma de usarla.
Becas, prestamos y diferentes formas de subsidio a la familia son las herramientas a las que más atención se ha prestado como forma de apoyar económicamente a los estudiantes y sus familias.
Con Bolonia, el concepto de beca se transforma, y se empieza acuñar un nuevo término, el llamado “beca-préstamo” que países como Gran Bretaña, Holanda o Noruega ya lo manejan.
Entre las ventajas que ofrecen estos préstamos, encontramos al Secretario del Estado de Universidades, Marius Rubiralta, que ante las críticas llovidas desde que se puso en marcha el proceso de Bolonia haciendo gran hincapié en el tema beca-préstamo, señala: “Los préstamos no vienen a reemplazar a las becas existentes, sino que permite al estudiante que lo desee y que no pueda acceder a una beca porque supere el umbral de renta, pagar su master en interés 0, y devolver el dinero una vez que este trabajando, siendo las cuatas muy pequeñas: 60 euros al mes”.
Otro factor a favor, es la cuantía del préstamo ya que es suficiente para financiar los estudios y, además, puede utilizarse para afrontar otros gastos personales de los graduados. Se pueden solicitar hasta un mínimo de 3.000 euros y un máximo de 9.000.
En cambio, son muchos los detractores de los nuevos sistemas de financiación que sostienen que las becas-préstamos no son tan justas como las becas, y que lo que conseguirán, a largo plazo, es que sólo puedan estudiar aquellos con poder adquisitivo alto. (Sancho, Rubén: “La odisea de la ignorancia. El Plan de Bolonia”, 2009).
Se espera que la nueva modalidad de becas esté financiada por instituciones privadas, empresas que serán las que concedan las becas y ayudas al estudio a los alumnos y alumnas, de forma que pasará a convertirse en una hipoteca casi bancaria a un máximo de 15 años para los nuevos estudiantes.
De esta forma las condiciones serán más duras y selectivas y muchos estudiantes, que ya hoy en día tienen problemas para conseguir becas, se verán cada vez más imposibilitados a alcanzarlas.
Este proceso marcará un nuevo comienzo en la Educación Universitaria, en las salidas profesionales, en el curriculum, así como en la economía, por lo que invito a una reflexión profunda, sólida, real y fundamentada de la realidad educativa en Europa.
Juan García Fuentes
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